Cartas

La correspondencia de Madre Clara fue muy abundante. De entre sus muchos quehaceres sabía sacar unos momentos, frecuentemente de noche, para dedicar a los demás unas líneas de consuelo, felicitación o agradecimiento. También en su epistolario tenemos una riqueza y una fuente más para llegar a descubrirla y penetrarla. Escribe con su sencillez habitual, como si estuviera hablando, nada de artificios, nada rebuscado.

En sus cartas se hace transparente, se manifiesta como es: acogedora, entrañable, intensamente humana. A veces se muestra ingeniosa y humorística. Pero en todas destaca una nota, todas tienen un denominador común: la gloria de Dios.

Carta dirigida a las Hermanas Clarisas del monasterio de Medinaceli (Soria), cuando se inauguró la Exposición del Santísimo Sacramento en esa Comunidad.

Soria, Santa Clara, 27-10-55

Rvda. Madre Abadesa y Hnas. de Medinaceli

Amadísimas de mi alma, en nuestro divino Esposo Jesús Sacramentado, Rey de la Paz y del Amor:

De lo íntimo de mi corazón y latiendo al unísono el de todas estas amadas Hermanas de Soria, las felicitamos con nuestro grito universal: “En todo, con todo y por todo, eternamente y por eternidades sin fin ¡viva Jesús Sacramentado! ¡Viva Cristo Rey!” que, amándonos con sus ternuras infinitas, quiere distinguir a su pueblo de Medinaceli en la fiesta de su eterna realeza, fijando su trono real en la iglesia de sus pobres esposas, las Clarisas, para acoger, presidiendo en su pueblo, a todos sus hijos y llenarlos de gracias por su reinado efectivo en cada una de sus inteligencias y en cada uno de sus corazones; su reinado de amor, que es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. ¡Felicidades muy de corazón!

Cuánto estamos suplicando que, desde esta inauguración de la Exposición diaria perpetua de Su Divina Majestad en Medinaceli, cada uno de los hijos de ese pueblo haga de su corazón un trono para Jesús, y el Rey divino convierta a cada uno en su Evangelio viviente, hasta la más plena realidad del no yo sino es Cristo quien vive en mí. Que se les grabe y se nos grabe bien desde esta fiesta las palabras de su Evangelio “mi Reino no es de este mundo” y sean tan eficaces en nosotros que, contra la general corriente humana y sabiendo elevarnos por Jesús, todas nuestras aspiraciones sean una única: ¡la gloria suya, la gloria de su eterno reinado en nuestros corazones!

Que Medinaceli, tan elevado geográficamente, lo sea también espiritual, eucarísticamente y, tanto lo sea, que su elevación se haga visible en el mundo entero y contribuya a la elevación de todo el mundo.

Y antes de salir Jesús de ese Sagrario denle gracias muy íntimas en mi nombre y en nombre de la M. Vicaria porque tan bien oyó nuestra súplica en aquella nuestra pobre visita de la Semana de Pasión. Que ahora sean ya todos los días de gloria y de gozo para su Corazón que tan tristemente nos parecía entonces oírle gemir por causa de tanto abandono… Cómo nos emociona la dulce realidad en nuestros cinco conventitos de las cinco Llagas: Jesús reinando desde su trono de amor.

Gracias, gracias Dios mío, gracias, gracias… Y que vibren, sí, también las fibras de nuestro corazón de gratitud a nuestros bienhechores, ¿qué habríamos podido hacer sin ellos? D. Víctor y toda su familia… tienen que estar siempre en la primera línea de nuestro íntimo y ardiente anhelo de correspondencia a tanto beneficio. El Sr. Obispo y nuestro P. Visitador que nos han dado tal Capellán, y tal P. Capellán que así se interesa en la obra eucarística. Luego el Sr. Alcalde, las Asociaciones… yo les estoy agradecidísima a todos… y a mis queridas monjitas sobre todo, a las de éste y a las de ese Convento. Que Jesús les premie a todos su solicitud y entusiasmo seráfico. No saben la alegría y consuelo tan íntimos que sentimos al ver el interés del pueblo para los turnos de vela… Así se hacen las cosas y, sobre todo, ¡estas cosas! Que nuestro Jesús esté siempre expuesto, con el mayor decoro y el mayor acompañamiento, y el más ardiente amor de los suyos, y estas adoraciones y súplicas alcancen la eucaristización total del mundo y, por ella, la felicidad que cabe en la tierra teniendo a Dios con nosotros.

Bueno, hijitas mías, que no quiero hacerme interminable. Hasta pronto con felicidades y abrazos muy fuertes de todas, especialmente de su

Sor María Clara, OSC



Soria, Monasterio de Santa Clara 23-4-67

Mi amadísima Madre Encarnación

Medinaceli

Paz y Bien

Hoy, domingo, para usted el primer ratito que dedico después de Misa, agradeciéndole muchísimo su felicitación y sus oraciones en el día de mi santo.

Como dice usted muy unidas y ayudándonos mutuamente con nuestras oraciones ad invicem, vamos a glorificar mucho al Señor y a elevar al mundo, despertando su interés por las cosas de arriba que, como hoy en el Evangelio, se queja Jesucristo de que nadie le preguntase ¿dónde vas?, así queda el mundo en sus afanes de abajo sin apenas pensar en el Cielo… por lo que San Pablo nos exhorta intensamente a buscar y saborear esas cosas que el Señor tiene reservadas para los que le aman. ¡Y qué felices si pensásemos más en el Cielo! Ese pregusto del Paraíso nos haría más ágiles para abrir nuestras almas y recibir el torrente de luz y de unión de las cosas divinas, y entonces estas cosas de aquí serían nuestros escabeles para llegar al abrazo con Cristo, todos seríamos una estampa viva del abrazo de Cristo y Francisco el que nos haría Evangelios vivientes aquí, y gloriosos en la eternidad. Vamos a conseguirlo ¡cueste lo que cueste!

¿Cómo están esas fuerzas corporales? ¿Así, como las espirituales? Yo creo en sus energías y espero mucho de ellas, a conservarlas para que siga siendo una palanca de mucha fuerza.

Abrazos muy fraternales para todas y con el de Madre Abadesa reciba el de su más pequeña hermana

Sor María Clara, OSC



Navidad 1970

Mis querídisimas Sor Mª Patrocinio y Sor Mª Sacramento

Paz y Bien

Les agradecí mucho sus cartas y oraciones, todo; pues ya saben que las queremos muy de verdad y les deseamos siempre el mayor bien.

El día de mi santo fue de mucho gozo para mi madre pues, como no le habíamos dicho que murió mi hermano, ella estaba con la ilusión de curarse y marcharse con él… y con él se fue el día 28 pues se nos murió cuando iba mejorando… no pudo superar una infección de garganta.

Murió muy santamente, recibiendo todos los Sacramentos y yo estoy muy agradecida a nuestro Señor y a estas mis queridas Madres y hermanas pero también estoy muy impresionada aún… el espíritu está pronto pero mi corazón es débil… El tiempo y la gracia de Dios se irán encargando de todo. Rueguen por ellos, por los míos que están deshechos, tan mayores y enfermos, y por mí para que aproveche estas tremendas lecciones de la vida para desprenderme de ella y crecer en la caridad porque eso es lo interesante.

Cuando vengan ya les contaré detalles de los tristes acontecimientos. Ahora a pensar en vivir lo más plenamente los misterios que celebramos para que la vida eterna se consolide más y más y tenga una hermosa floración en el cielo. Aprovechar bien el día que Dios nos da para llenarnos de Dios.

A ver si se cuidan y están animaditas, que todo llegará, todavía no se pueden habitar las celdas nuevas porque están muy frías. Esto tiene que ir tan despacio…

Mucho ánimo, queridas hermanas. Sabemos que en Tolosa se les profesa verdadero cariño y eso basta. Así que a cantar y bailar al Niño Jesús, en el cumplimiento de su voluntad.

Felices Pascuas y un abrazo muy lleno de su

Sor María Clara, OSC



Pascua de Resurrección de 1971

Muy queridas dos Patritos

Paz y Bien

¡Cómo pasa el tiempo! Ya en Pascuas… Felicidades y que el Señor nos conceda vivir en Pascua eterna, ahora aquí y después en el cielo.

No se den en sufrir que todas estamos muy unidas en el Cuerpo Místico y cuanto más nos santifiquemos más unidas estaremos ahora y eternamente. Ahora el triunfo de la paciencia, para gozar en el cielo del triunfo de la victoria que sin lucha y paciencia no hay victoria ni triunfo, todas con alegría vamos a vivir en una aleluya eterna.

Por aquí siempre con acontecimientos, ahora que viene el Padre General ¡qué cosa más extraordinaria! Lo que ocurrirá es que ni apenas lo veremos porque dicen que sólo estará dos horas…

Que todo sea para gloria de Dios y progreso del espíritu franciscano y eucarístico. Por eso mucha oración ¿verdad?, que es lo más seguro.

Bueno majísimas a cuidarse mucho y ya saben que nuestro cariño para esa parejita es muy grande. Abrazos muy fuertes.

Sor María Clara, OSC



Septiembre de 1972

Mi queridísima Madre Dolores

Aunque estábamos en Ejercicios todas hicimos oraciones especiales por usted en particular y en común. Felicidades y por muchos años. Ya somos otra vez compañeras en nuestro camino hacia los setenta abriles, qué alegría nos trae la vejez ¿verdad? Ello nos ayuda mucho hacia Dios y es lo que interesa así que ¡bendito sea el Señor por nuestra hermana vejez, que por ella le alabemos siglos sin fin, amén!

De los Ejercicios, ¡buenos, buenos! ¡Yo me quedé muy consolada porque nos dijo un día que un acto de humildad valía por todo! Y como tengo tantos motivos para humillarme… vamos ¡aún me animo!

Para todas, una por una, un fuerte abrazo y ya hasta noviembre si Dios quiere, que tenemos en cuenta a nuestra Conchita.

Estirones y abrazos especiales de su

Sor María Clara, OSC



Navidades del año 1972

Nuestra queridísima Sor Mª Belén

Paz y Bien

¡Qué alegría! Hoy me ha dicho Sor Mª Margarita que tu mamá está mejor y que tú estás muy fervorosa y muy contenta. Así me gusta, Sor Mª Belén.

Tenemos que vivir el tiempo con avaricia de fe, esperanza y de caridad, y como consecuencia de humildad, etc… ¿Sabes lo que hemos descubierto? Unas grageas “exinanivit” que se adquieren gratis, nada más con pedírselas al Niño Jesús. Se llevan en el bolsillo siempre, caja tras caja. Se toma una de vez en cuando, y ¡bueno!… que la santidad avanza que es un gusto… No dejes de comenzar y perseverar en el tratamiento. Cuantas más tomes, más avaricia de tomar y te vendrán unas energías extraordinarias y una felicidad tan nunca soñada como verdadera. De pronto tienen un gusto un poco amargo pero luego son deliciosas y no hay mal que nos dañe ni mal que no sea bien. Tendrás unas Navidades de eterna Felicidad.

Mucho ánimo y un fuerte abrazo

Sor María Clara, OSC



Esta carta no tiene fecha, pero la escribió en la últimas Navidades, un mes aproximadamente antes de morir.

A mis queridas y recordadas exnovicias de Medinaceli

Paz y Bien, gracia, salud y alegría, en nuestro Niño Jesús

Preparando la Cunita de nuestro suspirado Pequeñín en compañía de la Virgen y San José quiero llevarles el puntito de un sorteo como la mejor lotería. Miren lo que les dice el Espíritu Santo, por la hojita de la tarde, en nuestras familiares charlas en las que contamos a todas las que pasaron por ellas:

Nuestra generosidad nace, de nuestro amor divino. Si Jesús fuese nuestra preocupación, no tendríamos sino un deseo: el de amarle, y el de contribuir a que sea más amado. Señor ¡venga a nosotros tu reino! ¡Haz que todo el mundo te ame!. Y seguimos comentando un poquito esta lotería. Se ve que el Señor no se contenta sino con la palabra generosidad y, claro, para ser generosas con Dios tenemos que amarle mucho; para amarle hay que conocerle; para conocerle, estudiarle pero nuestro estudio para que sea provechoso ha de ser intenso; para que sea intenso, ha de ser estudio de contemplación y, para que así sea, tenemos que despreocuparnos de todo y de nosotras mismas sobre todo.

Así es como conseguiremos ir preocupándonos de Jesús y que toda nuestra preocupación sea Jesús, y entonces y según esta preocupación será el deseo de amarle, y amándole nos convenzamos de que nuestro corazón es muy pequeño y de ahí que procuremos el amor de todos los corazones pero sólo por los medios que Dios nos ha dado: oración, penitencia, unión… Por eso viene esta hermosa fórmula de oración: “Venga a nosotros tu reino”.

Ya saben que la penitencia más agradable a Dios es la que más quilates lleva de humildad, propia renuncia, condescendencia, obediencia y caridad.

¡Bueno! Pues sigan profundizando su puntito, que saben hacerlo muy bien.

Y les deseo una Navidad muy feliz, muy alegre, todo por el Niño Jesús, y a ver si nos empeñamos en ganarle corazones.

Un fuerte abrazo

Sor María Clara, OSC