Pensamientos

  • ¡Ven, Jesús Sacramentado, a mi pobre corazón para que sea hoy el día fuego de amor!
  • Una Hostia consagrada en el sagrario me espera; con ansias de enamorada yo me uno a Ella.
  • Cada instante de mi vida, actos de infinito amor por el Amor que en mi piensa escondido en el copón. Para que reine glorioso en toda la creación, para que viva gozoso en mi pobre corazón.
  • ¡Jesús Sacramentado, me entrego a Ti! En Ti descanso y muero, vive Tú en mí. En Ti descanso y muero; descansa Tú en mí!
  • Mientras dura mi aliento sobre el ara del altar, siempre en María y por Ella unida al gran Sacrificio, te ofrezco mi inmolación con la inmolación de Cristo.
  • Vivir escondidita en el Sagrario unida a mi Jesús, mi Redentor, desgranando el salterio y el Rosario de María en su dulce Corazón. Hacer el gozo así del Solitario y el gozo de mi Madre con amor. Esto ha de ser mi vida, mi esperanza, mi más dorado sueño, mi ilusión.
  • En mi mente la Hostia inmaculada será el cirio mi pobre corazón que arda, que lentamente se consuma en humilde y continua adoración.
  • Te amo, Dios mío, te canto, te admiro, te alabo, bendigo y adoro. Oh, mi Jesús Hostia, Santa Eucaristía… en todo momento te ofrezco mi vida.
  • Con el Sacrificio de la Santa Misa yo me ofrezco al Padre por su amor, por su gloria, por todo, por todas las almas, por la paz de todos, por la unión de todos.
  • Viva siempre la Eucaristía en sí misma para que todo su ser sea más digno de Jesucristo Sacramentado, a quien recibe en la Comunión.
  • Viva siempre la Eucaristía en sus hermanos, para estimarlos y venerarlos como a preciosos sagrarios que son de la Hostia Santa.
  • No olvide que la Misa es sustancialmente el mismo Sacrificio de la cruz con todo su valor infinito.
  • Mira que necesitamos que triunfe la Eucaristía y que estés, Jesús, expuesto, aquí y en todas las partes, hasta el último momento de los tiempos.
  • Quién me diera en raudo vuelo la tierra evangelizar y convertirla en hoguera de amor y fraternidad. Quién me diera en raudo vuelo la Hostia Santa llevar y que aquellas almas todas hoy pudiesen comulgar.
  • Padre mío: por el cáliz que se eleva ahora sobre el altar dame lo que te pido, como sea de tu agrado, que Tú me lo puedes dar.
  • Puso el Señor en esta Comunidad el deseo ardiente de romper las prisiones de su Rey tantos siglos encerrado en pequeño sagrario, en callada espera de recibir de sus esposas y del mundo entero un culto continuo de amor, por su adoración permanente ante el Altar, y desde su custodia derramar bendiciones a cuantos escuchasen su divino invitación: “Venid a Mi…”.
  • Expresémosle (a Jesús) nuestro deseo de contemplarle, adorarle, velarle y ofrecerle nuestro amor por tanta indiferencia y en reparación de tantas ofensas como recibe en el Santísimo Sacramento.
  • El Amor ya es amado. Jesús Sacramentado, en el Sagrario, sí, como nuestro Maná de eterna Vida pero también en la custodia como nuestro Rey de Amor.
  • ¡Madre! Formar queremos de Jesús Hostia bello pénsil. ¡Para Él nuestra fragancia! Bajo tu manto, por Él morir.
  • Cristo ha de reinar. Reinará por la Eucaristía y con Él ha de reinar María.
  • Que todas las almas se conviertan este día y todas seamos fuego de amor a la Eucaristía.
  • Una Hostia consagrada en el Sagrario me espera… Con ansias de enamorada yo me uno a Ella.
  • ¡Niñito del alma mía! Contigo quiero soñar. En Hostia de tus amores me quisiera transformar.
  • Yo quiero ser tu espiguita; junto a tu cuna, crecer… con sus granitos de trigo yo me quisiera moler para Hostia de tus ensueños llegar Niño mío a ser.
  • Hostia pequeñita llegarás a ser si siempre humildita y mansita te dejas moler.
  • Para que todas la almas se conviertan este día y todos seamos fuego de amor a la Eucaristía.
  • Sólo busco, Jesús mío, tus miradas compasivas y abismarme hasta perderme en el fondo de ese fuego de Amor misericordioso con que Tú, mi Dios, me miras.
  • Jesús, yo quiero en mis ojos todos los ojos poner, para que todos te miren y en Ti se quieran perder.
  • ¡Sólo quiero, oh Dios, complacerte a Ti! Morir de amor por Ti, que te alegres, Jesús mío, cuando me mires a mí.
  • Tu granito de trigo ser quiero, que sembrada en tu pecho, Dios mío, llegue a ser hostia viva y produzca hostias vivas de amor.
  • Escondida en tus llagas divinas, convertida en tu fuego de amor, encender todo el mundo en tu fuego… ¡que ardan todas las almas, Señor, en tu amor!
  • Quiero ser inmensa hoguera que todo, todo lo llene de amor puro, celestial, de amor filial a María y convertir todo el fuego de amor a la Eucaristía.
  • Qué envidia tengo a lo cirios que arden siempre en el altar, en llama de amor divino me quisiera transformar. Yo quiero ser viva llama del más santo y puro amor, y en un perenne holocausto ofrecerme a mi Señor.
  • Amar la Eucaristía será mi ocupación, con ansia disponerme para tan dulce unión.
  • Será mi alegría amarte, oh Jesús, en la Eucaristía, viviendo en tu cruz.
  • Oh, Jesús Sacramentado, Hoguera inmensa de Amor, consume a este pecador en tu fuego abrasador. Incendiario divino, prende ya el fuego, que arda ya todo el mundo, que ardamos luego. De este fuego sagrado de Eucaristía, que seamos volcanes en este día.
  • Es mi única alegría darle gusto a mi Jesús, vivir de la Eucaristía y estar clavada en su cruz.
  • Jesús Sacramentado, servirte quiero, quiero ser toda tuya, si vivo o muero. Tú eres mi amor, mi dicha. Tú eres mi Tesoro. Con todo el cielo y tierra, Jesús ¡te adoro!
  • Jesús mío, en esta hora ¿quién me impedirá mirarte, quién me impedirá servirte, quién podrá impedirme amarte? ¡Ni la vida ni la muerte! ¿Quién podrá impedirme hallarte, mirándome en el Sagrario donde estoy por consolarte?
  • Labrar mi vida quiero en el Sagrario para hacer las delicias del Solitario.
  • Tú sólo eres mi vida, celeste Pan. Vivir a Ti adherida, mi dulce Imán, es toda mi delicia, mi único afán.
  • Quiero ser tu granito en el surco y ofrecerte mí espiga mejor, y abrazarme contigo en la Hostia y hostia tuya humilde siempre hacer tus delicias, Señor.
  • Te adoro, Dios inmenso, Verbo eterno, por mí en el Sacramento anonadado. Jesús, tu Corazón amante y tierno, un cielo de la tierra se ha formado, con los hombres encuentra sus delicias, y a su olvido ¡responde con caricias!
  • ¡Oh, divina Eucaristía! Para Ti yo viviré, desde este día a tu amor, yo mi amor cada instante consagraré. Desde hoy tuya siempre, Hostia adorada, yo seré, antes quiero yo morir que algún día ser infiel.
  • Mira cuántas almas hay que se queman y se abrasan por el fuego del altar. Jesús desde su custodia es su centro y es su amor, es el sólo que las alumbra, con su infinito fulgor.
  • Mora oculto mi Dios en Hostia pura del áureo pedestal, si esconde ante mis ojos su hermosura me cautiva su fuego celestial.
  • Es divino y es eterno su Reinado, todo imperio es sometido a su poder, es Amor y por Amor, Sacramentado, nuestra vida y nuestra gloria quiere ser.
  • Canta el caudaloso Duero gloria al Hijo de María, viva Cristo anonadado que aquí reina noche y día.
  • Nuestro Rey en la Custodia, nuestro Pan en el Copón, ¡de Jesús Sacramentado!, reina en nuestro corazón.
  • Yo las animo a que implanten la exposición perpetua de nuestro Señor Sacramentado. Sería lo ideal vivir así eucarísticamente, amando y supliendo en el amor a la humanidad y a la creación entera, entonces el mundo ardería en aquel fuego que Él vino a poner en la tierra.
  • Nuestro Señor Jesucristo, pobre, abandonado y olvidado, vive en tantos sagrarios en espera callada de nuestro amoroso recuerdo y compañía.
  • Adoración perpetua de día y de noche, sí, porque de noche, como de día, Jesucristo es Rey y merece honor de noche como de día. Él nos ama y nos vela, y merece correspondencia de noche como de día. Él recibe muchas ofensas y debemos repararlas y expiarlas; de noche también las almas peligran y necesitan nuestras oraciones y sacrificios.
  • ¿Qué reyecillo ha habido en la historia que no haya tenido su escolta? ¿Qué buen maestro no tiene en su cátedra numerosos alumnos? ¿Qué médico famoso no tiene en su consulta numerosos enfermos? ¿Qué rico espléndido en sus dádivas, si ofrece sus limosnas, no tendría en su casa miles de pobres? ¿Es que Jesucristo ni es Rey ni es Maestro ni es Médico ni es Poderoso ni es Bueno?
  • El Señor desea y espera del mundo entero un culto continuo de amor por su adoración permanente ante el altar, y desde su Custodia derramar bendiciones a cuantos escuchen su divina invitación: “Venid a Mí…”.
  • Alma eucarística no se concibe sin ser alma víctima, víctima real, víctima unida a la Víctima del altar.
  • Gracias, gracias Jesús, porque en tu día, la fiesta del Amor de los amores, puedo ofrecerte múltiples rubíes de verdad y con brillo de tu sangre (las místicas gotitas que destila mi pequeñito y pobre corazón). ¡Quiero adornar con ellos tu custodia!
  • Qué elocuente el lenguaje de las flores, su delicado aroma, la flor que ante el sagrario se consume. ¡Alma mía! Aprende de sus lecciones, sufre en silencio escarchas, vientos, todo, perfuma a quien te pisa y después muere, muere en obsequio al Amor que inmarcesible en el alma-jardín mirar te quiere.
  • Que adorando a Jesús sacramentado todo el mundo le rinda vasallaje y nadie le ofenda.
  • Quiero ser el incienso puro que ofrecen los sacerdotes y una hostia contigo para el Padre. Que nadie me lo impida ni un momento.
  • Aunque toda tu vida la emplees en acción de gracias todo será poco. Por eso, ofrécele constantemente al Padre al mismo Jesús, unida a todas las Misas y con todo cuanto te ocurra, y con todo el Cristo total y con todas las creaciones en acción de gracias, y todo te parezca poco para ofrecerle por tu parte.
  • Al calor del sagrario se templan los corazones, se forman los héroes y se agigantan las almas.
  • Al calor del sagrario se acrisolan los afectos, se acometen las empresas, se enardece el Espíritu de sacrificio y se derrite la mundana altivez y el orgullo.
  • ¡Alma mía! ¿Quieres mayor recompensa a tu insignificante esfuerzo que el mismo Jesucristo que cada día se te da en la comunión? Es el Dador de los dones.
  • ¡Alma mía! Alimentándote del Pan de los ángeles, vida de ángel debe ser tu vida. Ten esto siempre en cuenta… reflexiona y responde con los hechos.
  • Alma mía, contempla la Hostia Santa y contempla el amor que así se entrega para ser tu alimento y vida eterna. ¿Cómo has de responder tú?
  • ¡Cada día quiero poner mi dolor en el Cáliz de la Misa y ofrecerlo al Padre con el de Cristo y María por las almas!
  • Dirige cada día hacia la Eucaristía todos los esfuerzos del alma y toda la labor de tu vida.
  • Jesús Sacramentado no viene a mi corazón sino a trabajar eficazmente en mi alma.
  • ¡Jesús mío! No sabe el granito cómo se convierte en espiga pero sé yo… aunque no sepa cómo pero que me convierta en Hostia, me transforme en Ti, me consuma de amor. Esto me consuela en mi impotencia.
  • Jesús Sacramentado nos habla, con elocuente silencio, de las humillaciones de su vida, “obediente hasta la muerte de cruz”. ¡Ante la santa custodia qué bien se comprende el Evangelio!
  • Jesús mío, en esta comunión, ven y aumenta en mi la capacidad para recibir y la potencia para dar.
  • La labor de Dios, distinta de la labor de los hombres que se revela toda exteriormente, es tanto más potente cuanto es más interior. La sagrada comunión es su medio más maravilloso. Se propone separar con cuidado de mi alma cuanto pudiera paralizarla y extinguirla.
  • Para el alma que comulga, Jesús debe ser su centro y su más dulce oración un constante acto de amor a Jesús.
  • ¡Qué grandeza la tuya, Jesús mío, y cuánta ñoñería hay en mi alma! Yo quiero ser molida como el trigo, como el racimo ser pisoteada para ser toda tuya y en hostia ser, Dios mío, transformada.
  • Que todo en mí tenga sabor de Eucaristía, de amor, de pureza, de sacrificio, de anonadamiento.
  • ¿Qué ves cuando miras la Sagrada Hostia? Un Dios anonadado, un Dios Amor. Jesús Sacramentado para hacerse hombre “se anonadó”. Para hacerse Hostia se anonada hasta en la partícula más pequeña. ¡Y a ese extremo le lleva el amor! Y así vive con nosotros, por amor, anonadado.
  • Un pequeñísimo sacrificio unido al de Cristo da valor infinito y agradable… ¡Y cómo se entusiasmará Jesús! Que tu inmolación sea constante con la suya.
  • Dulce Amor Sacramentado, Corazón inalterable de Jesús: tu mansedumbre ¡qué atracción tan fuerte y suave para el alma, para el pobre que te busca y quiere amarte!
  • En la Santa Eucaristía, dulce Víctima de amor, toda España honrarte ansía, sé su Imán arrobador.
  • ¡Jesús! Que mis anhelos de imitarte crezcan ante el sagrario cada día. Pobre, siempre pobre, pueda honrarte.
  • Oh, mi Jesús Hostia, Santa Eucaristía: en todo momento te ofrezco mi vida pero no de palabra tan sólo sino de obra, de veras Dios mío, Dios del alma mía. ¡Todo para Cristo en la Eucaristía!
  • Proclamemos de Jesús la realeza en el Santo Sacramento del Amor, contemplemos y cantemos su grandeza, de los cielos y la tierra es el Señor.
  • ¡Qué dulce, Dios mío, tu voz escuchar; el Pan que yo ansío, tu Carne gustar!
  • Tú la “flor” de nuestros campos, Tú nuestra “espiga” dorada, Tú el maná de eterna Vida en la Hostia consagrada.
  • Te ofrece el pajarillo trino de alborada, exhala su perfume cantándote la flor. Al pie de tu Sagrario, el alma arrodillada, ¡Jesús Sacramentado, te adora con amor!
  • Santa Eucaristía, signo de bondad, luz que el alma ansía, ¡oh eterna Verdad!
  • Viviste entre los tuyos, ¡oh Dios!, desconocido y oculto en el Sagrario tu Corazón está. Amante, bondadoso, perdonas nuestro olvido, ¡oh Amor de los Amores! ¿Y el hombre no amará?
  • ¿Quién podrá impedirme hallarte mirándome en el Sagrario donde estoy por consolarte? Y con tu dulce mirada soy feliz en todo instante.
  • Seguimos, sí, adorando a Jesús en la custodia día y noche, con gran contento de nuestras almas.
  • Le pido a nuestro Jesús… le corresponda inflamándole en ese fuego divino que nos guarda en tan diminuto Sagrario.
  • Que sepamos corresponder debidamente y secundar los designios divinos, sobre todo por el ideal eucarístico, la extensión del Reinado de nuestro Jesús Hostia y cuando vayan por ahí las almas dígales que no dejen un día siquiera sin visitarle además en donde está, en la custodia.
  • Ayúdeme y vamos a pedir a los ángeles de la guarda que a nadie dejen en paz hasta que tengan un ratito de audiencia con Jesús Expuesto.
  • En todo, con todo y por todo; eternamente y por eternidades sin fin ¡viva Jesús Sacramentado! ¡Viva Cristo Rey!
  • Que nuestro Jesús esté siempre expuesto con el mayor decoro y el mayor acompañamiento y el más ardiente amor a los suyos, y estas adoraciones y súplicas alcancen la eucaristización total del mundo, y, por ella, la felicidad que cabe en la tierra teniendo a Dios con nosotros.
  • Que Jesús Sacramentado os bendiga y os haga, a su sombra bendita, las más preciosas flores de la Eucaristía”.
  • Mirarse en ese espejo de cuerpo entero, Jesús Sacramentado, siempre patente en nosotras para ver si, como Él, somos hostias como esa Hostia divina; Hostia callada, obediente, mansa y humilde, Hostia de inmolación y de amor, con esa caridad como la suya, que siempre tolera y perdona y bendice y acoge a todos, a todos, y se da y ora incesantemente por nosotros.
  • Aún a base del máximo esfuerzo debemos procurar ser Hostias.
  • Deja que te muela la piedra divina para que le ofrezcas la flor de tu harina al que es todo amor y al fuego sagrado, la Virgen bendita, hará de tu ofrenda, hostia pequeñita.
  • Tenemos que ser, de verdad, frutos eucarísticos; hacer un ambiente eucarístico; eucaristizar los conventos y el mundo aunque nos cueste la vida. Así, Jesús se encargará de todo lo demás y seremos felices en su cruz.
  • Comulgar todos los días es inundarse de Dios según el vacío de que tengamos hecho de nosotras.
  • Que Jesús Sacramentado tenga en su Sor… sus delicias y siga siendo su pequeña bolita de cera blanda.
  • Recíbalo con humildad y amor, y aproveche, ya desde el primer momento, para ofrecerse ya desde Él por todo lo largo del día sobre el ara del altar unida al gran Sacrificio… y su vida, una Misa en inmolación con la inmolación de Cristo.
  • Vamos muy unidas a prepararnos muy bien a su Venida, ya en este poco tiempo que falta para la Noche Buena, a fin de que se realice con toda plenitud, místicamente, su Nacimiento en nosotros y, al recibirle realmente en la comunión, le podamos ofrecer un corazón puro y lleno de fuego de amor, adornado de virtudes, para que venga a nosotros muy contento; y, encontrando gran capacidad en él por la humildad, nos llene de sus gracias y bendiciones.
  • Llenas de fe y sumisión a los designios ocultos del Señor, y con un amor más fuerte que la muerte, digamos cada momento en unión del sacerdote de cada altar: “Por Él y con Él y en Él, con todo esto que me ocurre, a Ti Padre Omnipotente, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”.
  • Quiero ser generosa con el Señor y ofrecer en el Cáliz de cada Misa mi sacrificio por las almas… para esto necesito oraciones.
  • Que nuestra vida sea cada día más vida escondida en cristo, en su fuego y en su cruz, y que Jesús Sacramentado, que sigue viviendo con nosotros tan glorioso y triunfante como a su salida del sepulcro, reine en todas nuestras almas convirtiéndonos en hostias vivas de amor y de inmolación por su gloria y por la salvación y santificación de todos nuestros hermanos.
  • Bendito seas, Señor, por mi pena y mi dolor que humilde pongo en el Cáliz. Por nuestra Madre María, en tu Cáliz redentor.
  • Muchas personas nos cuentan su impresión de paz sobrenatural que reciben en sus visitas al Santísimo que, aunque no sea algo espectacular, sí que son intimidades divinas las de Dios y las almas que vienen a Él.
  • Unida al gran Sacrificio que se ofrece en el altar, por María y con María, ¡Padre, te ofrezco a Jesús! ¡Con Él me ofrezco Dios mío!
  • Que hermoso encuentro… unirnos en cada momento a las Misas que se celebran y decir prácticamente: “En María y por María, en todo, con todo y por todo, por sin fin de eternidades, por Cristo, con Él y en Él, a Ti, Padre Omnipotente, en unidad con el Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos que los siglos”.
  • Siempre humilde como Aquél que por nosotros se anonadó y vive anonadado y escondido en el Sacramento del Amor.
  • No desperdicien nada ¡ni un poquitín! Unirlo a Cristo en su Cáliz… lo grande, lo pequeño y todo para redimir, ahora y luego, para alabar al Señor llenos todos de su gloria eternamente.
  • Con la gotita de agua, que en tu Cáliz se perdió, yo también quedé perdida dentro de tu Corazón.
  • De cuando en cuando vamos a recogerlo todo y, con nuestra gotita, lo uniremos al Océano infinito de misericordia para la paz y el bien de todos, para que todos se salven. Vivir así nuestra Misa en unión de todas las Misas; que no se desperdicie un momento de tiempo en el que tan grandes cosas ponemos hacer.
  • En cada momento, en la Misa que se está celebrando, nuestro ángel nos presenta el Cáliz para que pongamos en él nuestra perla de dolor, para que el sacerdote la ofrezca al Padre unida a la Sangre de Cristo en redención de las almas.
  • Por el Cáliz que se eleva ahora sobre el altar cura a todos mis enfermos que Tú los puedes curar.