Era hacia el año 1932; una hermana jovencita recién llegada encontraba dificultad en comprender algunos pasajes del Evangelio. Pensó en Sor Clara; ella seguro que sabría explicárselos y además le podría servir hasta de puntos para la meditación. Sor Clara accedió a su ruego. Cada día le daba por escrito la explicación práctica de un párrafo del Evangelio, así hasta hacerle el comentario completo de los cuatro Evangelios.
Conservamos bastantes de estos comentarios; transcribimos algunos de ellos.
- Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: “Venid conmigo y os haré llegar a ser pescadores de hombres”. Al instant e dejando las redes le siguier on… Llegan a Cafarnaún. Al llegar el sábado ent ró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doct r ina, porque les enseñaba como quien tiene a utor idad, y no como los escrib as. Había precisamente en la sinagoga un hombre poseído por un espír itu inmundo, que se puso a gritar: ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el santo de Dios. Jesús entonces, le conminó diciendo: “Cállate y sal de él” Y agitándose violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: “¿Qué es esto?” ¡una doctr ina nueva, expuesta con autoridad! manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen. Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea. (Mc 1, 16-28)
Alma mía estudia, contempla el atractivo de Jesús ¿cuál sería? El mismo Espíritu Santo, ya le alaba y le da el título de el más hermoso entre los hijos de los hombres, y la esposa dice de Él entre otras cosas: Escogido entre millares, de aspecto majestuoso, suavísimo el eco de su voz y todo Él envidiable. Recréate alma mía, en el autor de toda hermosura y luego después de haberte abismado en ese atributo, contémplalo todo Amor, todo Caridad, inc linado a los apóstoles, inclinado a ti, llamándoles con el suavísimo eco de su voz, como a ti te llamó y te llama en todo momento, con ansia infinita de hacer te feliz en Su unión… “Seguidme”, les dijo, y ellos atraídos por Divino imán, prontamente, abandonadas las redes le siguieron… ¡Oh!, cuando el alma está compenetrada de quién es Jesús y cuánto vale, qué baladí ve las cosas de este mundo, alma mía, pues aprende, mira a Jesús y no resistas a la influencia de su imán Divino…
¡Cómo predicaba Jesús! Con qué elocuencia, con qué sencillez, con qué unción, como quien era, la Sabiduría Increada, el Verbo de Dios y…, ¡quién puede resistir a su palabra! Con una sola palabra suya se hicieron Cielos y Tierra y, al imperio de su voz, todo obedece en el Cielo y en la Tierra y en los infiernos. Todo menos el endurecido corazón del hombre…, pero mal que le pese al pecador, obedecerá en el último día y a su voz de maldición se precipitará cual rayo en los abismos infernales, a pagar eternamente la pena de sus rebeliones… Alma mía, ahora es tiempo… Todos los días en Maitines te dice el Señor: Si hoy oyereis mi voz, no queráis endurecer vuestros corazones…, pues sé dócil a la voz de Jesús, cueste lo que costare, qué dulce voz, Ella nos ilumina, nos fortalece, nos salva. “Sal de ese hombre”, dijo al demonio que atormentaba al joven y, saliendo al instante lo sanó… También tú tendrás que recurrir al buen Jesús cuando te veas atormentada por el demonio. Te verás tantas veces, mas no temas, Jesús viene en tu ayuda al instante que le invoques, pues su nombre sólo, es poderoso para todo. Oh, el Nombre de Jesús…
- Días después, entró de nuevo en Cafarnaún y corrió la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había sitio. Jesús les predicaba la Palabra. Y le vienen a traer un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde Jesús estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: “Hijo tus pecados te son perdonados”. Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: “¿Pero qué habla éste? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?” Mas Jesús, al instante, dándose cuenta en su espíritu de lo que ellos pensaban en su interior, les dice: “¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: tus pecados están perdonados, o decirle: Levántate, toma tu camilla y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar los pecados –dice al paralítico-: A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”. Se puso en pie y, al instante, tomando su camilla, salió a la vista de todos, de modo que se pasmaron todos y dieron gloria a Dios, diciendo: “Jamás vimos cosa parecida”. (Mc 2, 1-12)
Bien dice el Profeta Isaías: ¡Oh, Cielos!, entonad, entonad himnos y tú Tierra, regocíjate, resonad vosotros, ¡oh montes!, en alabanzas, porque el Señor ha consolado a su pueblo y se apiadará de sus pobres. Alma mía, ese niño pequeñito cuyas fiestas vamos a conmemorar, es el consolador… Soñaba Él ya en su cunita de pajas en consolar a los pobres…, a los pobres dice sin duda porque los ricos suelen tener el corazón hinchado y no buscan el consuelo divino (esto hablando en general). En aquella casa de Cafarnaún, cuántos pobres habría agolpados por mirar al Salvador y oír su voz; y qué palabras tan dulces saldrían de su boca. Él que ya había anunciado tantos años antes palabras tan tiernas como estas: Aun cuando la madre pudiera olvidarse del hijo de sus entrañas, yo nunca te olvidaré, yo nunca podré olvidarme de ti. Mira cómo te llevo grabado en mis manos… Ahora al verse delante aquel inmenso gentío falto de sus favores, qué haría…, quépalabras tan dulces… A Él sí que podemos aplicar las palabras que aplica a la Esposa: ¡leche y miel tienes debajo de la lengua! Qué suavidad, qué dulzura, como que su corazón es océano inmenso de bondad y…, sus palabras no quedan al vacío. Un paralítico que descuelgan por el techo experimenta lo que Él hablará: “Hijo, le dice Jesús, tus pecados te son perdonados”… ¡Oh!, qué dicha, qué paz tan embriagadora experimentaría aquél paralítico… Y esas mismas palabras…, las oyes tú, alma mía, en la absolución… Q ué dicha la nuestra y qué bondad la de Jesús, pero quiso completar su obra y “ levántate le dijo, toma tu camilla y vete a tu casa”. ¡Qué bueno es Jesús! El Jesús del Sagrario que es Aquél mismo y hace así tantas veces con nosotros… Aprende la lección y cuando recibas favores suyos, levántate, elévate a Él y vete a tu casa, a tu retiro a darle gracias sin que el ruido del mundo pueda distraerte… Oh, desde la soledad, qué directa sube al Cielo la profunda gratitud…
- Un sábado, cruzaba Jesús por los sembrados y sus discípulos, al pasar, se pusieron a arrancar espigas. Decíanle los fariseos: Mira cómo hacen en sábado lo que no está permitido. Él le dice: “¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre, cómo entró a la Casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió los panes de la proposición, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él?” Y les dijo: “El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado”. (Mc 2, 23-28)
Mira, alma mía, cuál es la conducta de los que se creen justos: censurar la ajena; el que presume de sí siempre encuentra algo que reprender y corregir en los demás, pero dichosos aquéllos que están confiados a Jesús, y abandonados a Él en todo y que, por tanto, no se preocupan en salir por sí mismos cuando son acusados. No hay mejor abogado que Jesús y siempre gana en la causa, cuando toma la defensa de los suyos. El ayuno significa alg o que nos mortifica. Apenas y bajo este punto de vista les contesta Jesús. Mientras con Él estén, no pueden sentir aflicción, porque Él es la hartura de los suyos. En cambio, llegaría el tiempo, cuando Él subiese al Cielo, en que superarían con sus ayunos a los de los fariseos por la vida de crucifixión en la que habían de imitarle hasta morir por su amor. Añade la explicación de los remiendos o de los pellejos para enseñarles que primero es disponer bien el alma para que las obras de virtud sean en efecto provechosas y no se pierda su fruto por esa falta de disposición. Verdaderamente, Jesús, soy necia al cuidarme de mí. Quiero comenzar siempre en tu compañía, dócil a tus indicaciones, como tus discípulos y nada de cuanto pueda acontecerme me preocupa, ¡qué bien!, entonces serán liberadas todas mis causas. Trate yo, mi buen Jesús, de disponer mi alma en todo momento para el sacrificio mediante la hartura de los alimentos divinos, especialmente de la Sagrada Comunión y hallaré fuerza para todo, cuando llegare la ocasión de sufrir. Sobre todo, hazme humilde para que no molestando jamás a nadie me atraigan tus gracias divinas. Alma mía, contempla qué complacido miraba a los discípulos Jesús comiendo el trigo… ¿no pensaría Él en la Eucaristía? Él se la habría de dar como premio a su vida de austeridad santa… y … cómo los defiende de nuevo.
- El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder y, por la alegría que le da, va vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando per las finas, y que al encontrar una de gran v alor, va, vende todo lo que tiene y la compra.
También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen los buenos en cestos y tiran los malos… Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí, y, viniendo a su tierra, les enseñaba en la sinagoga, de tal manera que decían maravillados: ¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas ¿no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto? Y se escandalizaban a causa de Él. Mas Jesús les dijo: “Un profeta sólo en su tierra y en su casa carece de prestigio”. (Mt 13, 44-57)
¡Oh Jesús! ¿cuál será para mí mi tesoro escondido? No otro sino Tú, mi Jesús Sacramentado. Por adquir irte, por vivir siempre contigo debo venderlo todo, darlo todo, dejarlo todo y ya sin nada que me preocupe, morar en Ti…
Deje mis pensamientos, mis preocupaciones, todo lo que no sea Jesús. Él es mi único tesoro, debo yo decir en todo momento, y vivir co n Él, para Él, por Él. Entre las virtudes, la humildad será mi tesoro que descubriré cavando, ahondando…
¿Cuál debe ser mi perla más estimada? Como franciscana, la pobreza, pues ella es la que me ha de desprender de todo y disponerme para que la caridad llegue en mí al grado seráfico, es decir, que por la gracia de Dios, le ame a Él y al prójimo como mis seráficos Padres.
La red barredera he de echar la yo en mi alma todos los días por el examen de conciencia para separar las obras imperfectas.
Alma mía, de Jesús se escandalizaban y Él lo sufría con paciencia. ¿Cómo deberás tú sufrir cualquier cosita?